No hay, por más que se busque, no hay nada tan mágico y maravilloso como ser madre. La complicidad tan absoluta, la gratitud por tener a alguien cuyo principal mundo eres tú; su sonrisa al sentirte aun sin verte embelesado por el sueño...
Esta imagen lo dice todo. En realidad creo que las mujeres no estamos completas antes de convertirnos en madres, aunque no somos conscientes de ello hasta que lo somos. Nos quejamos continuamente porque no nos dejan descansar por las noches, cuando se terminan los días, a nuestro parecer, de más de 24 horas; sinembargo la noche que él descansa sin llamarte porque necesita agua, o porque se ha despertado por un mal sueño, o porque le duele la tripa o tiene fiebre... esa noche que tú podrías descansar tan plácidamente como él tienes la necesidad imperiosa de levantarte para contemplar cómo duerme, cómo respira tranquilo y relajado... Ese momento es siempre emocionante y hermoso. En ese momento sabes que estás completa, que has cumplido con la vida y con el mundo, y te vas a la cama de nuevo, con los ojos casi cerrados pero con una sonrisa amplia y sintiéndote orgullosa de haber hecho ese día, no todo lo mejor, pero sí todo lo que has podido.
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